Me encanta incorporar objetos singulares llenos de diseño en mis proyectos, objetos llenos de magia que tengan mucha personalidad y a través de ellos y de su existencia generen conversaciones, risas, asombro y quién sabe qué otras cosas. Muchos de estos objetos se han convertido en temas icónicos en mis diseños.

Me fascina la búsqueda de accesorios para los estilismos de los espacios. Soy una cazadora de objetos, siempre estoy explorando y buscando piezas que se salgan del molde. En una de mis búsquedas, encontré una mesa auxiliar de rayas negras y blancas (a la que cariñosamente llamamos «la mesa de cebra»).

Este elemento marca mi estilo y se convirtió en el punto focal de mi sala de estar con aires eclécticos. Las rayas gruesas y contrastantes transmiten una sensación de espacio fresco y con un estilo único. Cuando la vi, fue amor a primera vista y dije: «Esta sala se merece esta mesa de cebra que le dará el toque especial». Viendo el resultado, no me cabe la menor duda de que lo logré.

Siguiendo con la búsqueda de toques especiales para acompañar mi mesita, un día un amigo que estaba de viaje me envió una foto de un candelabro. Era un candelabro en forma de mano de color negro. Cuando lo vi, sentí una necesidad increíble de tenerlo en mi mesita. Mi mesa lo necesitaba, era el complemento perfecto. Le dije a mi amigo: «Por favor, cómpramelo, se verá divino en mi mesa». Aprovecho para decir que tengo una particular obsesión por los candelabros, me fascinan, y soy muy poco convencional al momento de elegirlos para estilizar espacios. Cuanto más raros, más me gustan.

Siento que este tipo de elementos llegan a un espacio para contar historias. También me encanta que los espacios se vayan llenando con el tiempo. Es decir, me parece muy difícil salir a comprar la decoración en un solo lugar en un solo día. No soy de las que se casan con marcas determinadas. A mí me encanta combinar esencias y me encanta llegar a proyectos donde los clientes tienen elementos diferenciadores con pasado, herencias de las abuelas o algo que compraste en un viaje. Entonces, los elementos del espacio se convierten casi en comensales que, con su presencia, van contando su propia historia.